viernes, 4 de junio de 2010

Traslación

Traslación
De: Sara Guíu

Sin motivo, de repente, fui consciente de mi estado. Solo veía una extraña oscuridad luminosa, pero otros sentidos percibían mi relax. Tumbada, con los músculos distendidos, notaba la dura pero a la vez moldeable arena sobre mi espalda y mis piernas. A pesar de la brisa fresca que venía a mis oídos, del rumor lejano de las olas, mi piel estaba caliente por el sol que me acariciaba. Olor a sal y agua. Mi respiración se acompasaba con aquel rumor lejano. Nada me preocupaba.

Como para asegurarme de encontrarme así, inconscientemente, apreté con la fuerza que dio mi mano, la arena. Entonces, a pesar de la paz que disfrutaba, desperté en mi pequeña y céntrica habitación madrileña. Noté la arena resbalar por mi mano.

Sara Guíu

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