De: Beatriz Hernando
Amor mío;
He despertado esta mañana y he sentido la fría soledad de mi cama. Hacía tanto que no la sentía. No consigo acostumbrarme a que la única forma posible de comunicarnos sea esta. Y estas tan lejos… Lo entiendo, es tu trabajo. Pero es difícil no tenerte en mi cama, es difícil no sentir tus brazos rodeándome o tu cabeza echada sobre mi pecho y tus dedos paseando por mi torso desnudo acariciándome como sólo tú sabes. Es difícil no tener tu sonrisa. Es difícil dejar de sentirte. Una simple sombra, el sonido del teléfono o el del telefonillo consiguen que mi corazón de un vuelco creyendo que eres tú. Pero vuelvo a la realidad y me doy cuenta de lo imposible que es que estés al otro lado del cable, y más aún que estés esperando a subir. He pasado tantos días ya sin ti que no sé como serán el resto. Mi pecho arde, siento ansiedad que antes no sentía, y me están gritando hasta los silencios que te necesito. Le susurro al viento cada instante un te amo para que te lo lleve donde estés y no olvides así que no dejo de amarte y te envío en cada estrella un sueño, que vuelva a ver esa sonrisa, esos labios, esos ojitos y esa nariz, que vuelva a sentir esas manos acariciándome. Y le pido a la luna que no dejes de amarme aun en la distancia. Porque sino estás sólo soy cuerpo, estoy incompleto. Y pienso en lo orgulloso que estoy de ti y si te llegarán las cartas. Pero se acabó, es la última que te escribo. Ni una más. No puedo quedarme más aquí. Espérame, por favor.
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