De: Agustín Ostos Robina
Arden por Río favelas
que cabalgan lomas y laderas ignorantes de justicia.
Desde abajo se alzan magnánimas, voluptuosas: reinas de montañas.
Amedrantan en silencio al que a ellas no pertenece;
combaten fielmente súbditos que la habitan.
- Preparaos, ¡ya vienen!
Ordenan los narcos a sus narcóticas huestes.
Hasta los dientes, estos artistas con agujeritos decoran paredes,
dejando huella ellos: huracanes, tropas de élite.
¿Quién llamó al B.O.P.E.?
Esos no se andan con chiquitas.
Bandido yo; bandido tú. No se aprecian diferencias.
Guerra de guerrillas
en que sin trincheras se lucha pero que con cuerpo a tierra echado
desde techos se camuflan.
Familias enteras que paupérrimas se tronchan;
miedo propagado dentro de armarios cuentan la realidad.
- Mamá, que esto acabe quiero.
¿Y ese olor a putrefacto?
Son los muertos de Vila Cruzeiro.
que cabalgan lomas y laderas ignorantes de justicia.
Desde abajo se alzan magnánimas, voluptuosas: reinas de montañas.
Amedrantan en silencio al que a ellas no pertenece;
combaten fielmente súbditos que la habitan.
- Preparaos, ¡ya vienen!
Ordenan los narcos a sus narcóticas huestes.
Hasta los dientes, estos artistas con agujeritos decoran paredes,
dejando huella ellos: huracanes, tropas de élite.
¿Quién llamó al B.O.P.E.?
Esos no se andan con chiquitas.
Bandido yo; bandido tú. No se aprecian diferencias.
Guerra de guerrillas
en que sin trincheras se lucha pero que con cuerpo a tierra echado
desde techos se camuflan.
Familias enteras que paupérrimas se tronchan;
miedo propagado dentro de armarios cuentan la realidad.
- Mamá, que esto acabe quiero.
¿Y ese olor a putrefacto?
Son los muertos de Vila Cruzeiro.
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