jueves, 16 de mayo de 2013

El tren de la vida

No me gustan los lunes. ¡Menuda novedad! No había dormido nada la noche anterior. Debe ser el insomnio de pos partido, que me tiene en vela. 

Me dormí muy tarde. No sonó el despertador; o lo mismo no paró de sonar, pero no lo escuché. Llegaba tarde a clase. Tenía Lengua Española con Regueiro (a primera hora), en la Facultad de Documentación. 

Me duché y me vestí en un santiamén. Bebí un vaso de leche de un trago, aguantando la respiración. Di un portazo y salí corriendo en dirección al Metro. Me senté en el vagón. Y me volví a dormir…

Cuando desperté, no estaba en mi parada de metro de llegada, sino en algún lugar donde nunca antes había estado, en medio de un andén solitario. Me senté a esperar el siguiente tren. Pero ese tren nunca llegó. Fin del trayecto. 

Fabio Ruiz Pérez


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