A ESTE LADO DEL FRÍO (ANA GARRIDO)
(Habla Teresa)
Hace tiempo que espero en esta casa,
hace tiempo que busco, a este lado del frío,
la huella de mis manos,
las formas familiares de la lluvia.
Aquí, mientras la noche recupera de pronto
el tacto de los días,
acaricio la piel de las hogueras,
los fragmentos más frágiles del aire,
su corazón tranquilo.
Me parece distinta esta ternura
que se instala en las cosas,
esta dulce erosión que se detiene
al fondo del paisaje.
Me parece distinto este silencio.
Han crecido los juncos
de anochecida,
han llegado hasta el límite de las enredaderas,
hasta el borde más tibio de los árboles.
Han llegado a mis ojos con su alforja de nieve,
acaso soledad en este abrigo,
acaso soledad
y mansedumbre.
Ahora, sin embargo, reconstruyo
los matices del agua,
la claridad antigua de esta tierra
sin rostro que nos cubre,
que nos toca de nuevo sin tocarnos.
Una paloma rompe la inocencia del fuego.
Hoy recojo la luz en la espesura,
la raíz y la sangre del rescate.
Porque sigo esperando como esperé la vida,
como esperé la sombra del crepúsculo
y velo este dolor
como de llama
en la misma piedad de la memoria.
Después de todo traigo el sol desguarnecido
y un tumulto de espigas gritándome en el pecho.
Después de todo, al cabo
de las bifurcaciones,
a la altura del hombre, desmedida,
una palabra tiembla.
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