Alejandro, un aprendiz de economista, estaba llevando la contabilidad del Banco Central de España. Mientras llevaba las cuentas, se acercó a su ventanilla una mujer pelirroja y esbelta.
-Por favor, quiero un farlán – dijo la mujer.
Alejandro dejó su trabajo, se giró hacia ella y le preguntó qué había dicho.
-Quiero un farlán – insistió la pelirroja mostrando una figura maliciosa.
Alejandro, extrañado, se preguntó cómo sabía lo del farlán.
-¿Cómo sabe usted eso? – preguntó el aprendiz.
-Lo sé, porque conozco muy bien tu mundo – respondió la mujer.
Alejandro se enfadó y le dijo que se marchara inmediatamente. La mujer, enfurecida, se marchó. Al mismo tiempo que ella se iba, el aprendiz de economista regresó a su trabajo.
Óscar Alonso Tenorio
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