En medio del profundo silencio se escuchó un gran ruido y aquella niña de ojos azules, cabellos rojos y mejillas rosadas, se asustó y gritó “¡Mamá, ayúdame!” cuando vio salir, del profundo y oscuro armario, una mano grisácea con dedos alargados que trataban de tocarla. Pero en ese instante el despertador sonó y la niña cayó de la cama.
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