martes, 21 de mayo de 2013

Querida Josefina:

Querida Josefina:

Lamento tu partida tan inesperada, por eso estas líneas antes de que el tren parta para expresarte mis sentimientos:

Cómo me ha gustado conocerte. Han sido varios meses nada más, pero he aprendido tanto de ti…

De tu vida de mayor, de tu entorno de mayores, de las progresivas deficiencias que acompañan al ser humano… 

De que nada sirve lo que alguien fue, sino lo que al final se llega a ser…

De la constante soledad y las constantes obsesiones…

De los balbuceos que fueron palabras…

De los nombres que fueron de rostros cercanos y que después se ven en cualquier desconocido…

De los brazos fuertes que mueven con servidumbre, pero como marionetas, a los cuerpos inservibles…

De los abrazos cariñosos que llegan con cuentagotas… y de los que no llegan nunca…

De las casas cambiadas por cuartos…

Del pensamiento constante en los padres para que regresen a por los hijos torpes, enfermos e indefensos ...

De la morfina que paga los sollozos de dolor …

Para terminar, te reitero mi agradecimiento por estar ahí, por haberte conocido, por haber podido disfrutar de tu compañía estática y por haber sacado de mí una fuerza desconocida.

¿Te he dicho, Josefina, que te pareces mucho a una tía que tuve? Pobrecita, ella partió un día de septiembre de 2011 a no se sabe bien dónde, quizá a donde tú vas. Por eso, si me lo permites, quiero pedirte un favor: 

Cuando llegues pregunta por mi tía y si la encuentras dale un beso muy fuerte de mi parte y dile que me acuerdo mucho de ella, porque la he querido muchísimo.

Muchas gracias y que tengas buen viaje, mi querida Josefina.

Un beso


Pilar



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