de: Paloma Sánchez Muñoz
Yo, Paloma, os voy a contar
una historia en la que una amiga mía es protagonista.
Un día
caluroso de verano, por la mañana, en el pueblo de Barcarrota en la provincia
de Badajoz, se encontraba Laura en su casa, estudiando en su habitación cuando
de repente se abrió la puerta y apareció un perro pequeñito que se subió a su
regazo y empezó a distraerla. Ella bajó la cabeza, lo miró y con las dos manos
suavemente le bajó al suelo, el perrito siguió insistiendo y continuó
subiéndose a su regazo y otra vez la misma operación hasta que se cansó y lo
echó de casa, al hacerlo el perro se transformó en una diosa quien la dijo:
- Pensaba que te gustaban los perros pero me
acabo de desengañar. Para corregir tu
conducta mañana durante todo el día cuando te levantes te verás
convertida en una perra. Diciendo esto
desapareció.
Ella cerró la puerta de la calle, y volvió a
su cuarto pensando: « ¿Y si la maldición se cumple? ¿Y si me veo convertida en
una perra? Cuando me vea mi madre me echará a patadas, ¡qué horror!». Pasó una tarde en la
facultad muy mala intentando disimular su terror y por la noche se acostó no
sin antes mirarse al espejo como solía hacer todos los días.
Al día siguiente, intentó hablar pero…. ¡ya no
le salían nada más que ladridos! Salió de la cama y cuál es su sorpresa al
mirarse al espejo que se vio en el cuerpo de un pastor alemán. «Y ahora, ¿qué hago? No puedo
dejar que me vean con esta forma y menos mi madre que me echaría a patadas» – pensó.
Recorrió la habitación con la mirada buscando
el móvil; cuando al fin lo encontró, con la boca cogió un lápiz y con la punta
del mismo me mandó un sms diciendo: “SOS, urgente”. Al recibirlo fui a su casa
corriendo sin detenerme y al llegar llamé a la puerta, al hacerlo ella se fue a la puerta de entrada y poniéndose a
dos patas me abrió la puerta. Tras entrar
exclamé:
- Pero tía, ¿qué te ha pasado?
Ella intentó explicármelo pero no le salían
más que ladridos así que cogió una hoja de papel de la entrada, me llevó a su
cuarto y con el mismo lápiz me escribió su historia. Tras lo cual, yo dije:
- Y, ¿qué vas a hacer? En tu casa de momento
no puedes estar. Espera, déjame pensar… Oye, ¿y si te vienes a mi casa, hasta que todo esto se
solucione? Como sabes yo tengo un perro y a mis padres no les importará si les
digo que eres el perro de Sofía, que como bien sabes, está de viaje.
Ella asintió con la cabeza como toda respuesta
y se acercó a su amiga y le lamió la mano como gesto de agradecimiento, a lo
que yo le dije:
- De nada, para eso están las amigas. Dicho esto ambas
nos pusimos manos a la obra. Primero cogimos algo de ropa para cuando mi amiga
volviera a su forma humana y la pusimos en una bolsa, después escribimos una
nota a sus padres, la cual decía lo siguiente: «Papá, mamá, me he ido con
Paloma a su casa de fin de semana, dormiré con ella, os llamo cuando llegue. Os
quiere, Laura», y
por último cogimos las llaves, el móvil, y el mp3 de Laura, lo metimos todo en
un bolso para que cuando volviera pareciera algo normal. Hecho todo nos pusimos
en camino pero a mitad de camino me acordé de ponerla un collar y una correa,
al tiempo que le decía:
- Sé que no te gusta y que no estás
acostumbrada pero no tengo salida. Lo siento.
Tras
decirlo, nos volvimos a poner en camino y al poco tiempo llegamos a mi casa;
dejé a Laura un momento para controlar a Nilo, mi pastor alemán, al que no le
gustan mucho las visitas y menos las caninas. Y tras controlar a Nilo metí en
casa a Laura por una puerta trasera de la casa. Le puse todo lo necesario
y le di un poco de comida para que llenase su estomago ya que en toda la mañana
no había probado bocado. Tuve mucho cuidado de que no se cruzaran ambos perros
por el camino, y cuando llegaron mis padres se lo dije:
- Hola papi,
hola mami, ¿qué tal
el día?
- Bien y tu, ¿qué tal?- contestaron ambos.
- Bien, mami, papi os tengo que contar una cosa.
- Dinos.
- Mi amiga Sofía se ha ido de viaje y me ha pedido que
le cuide su perra en su ausencia.
- ¿Sofía tiene una perra? ¿Desde cuándo?
- Si, desde hace unos pocos meses, es un pastor alemán
- Bueno, nosotros no nos oponemos si eres tú la que se encarga de ambos
perros.
- Entonces no hay nada más que hablar -dijeron ambos al
unísono y se fueron a hacer sus cosas.
- Descuidad, lo haré.
Tras hablar
con mis padres me fui a ver a Laura, que estaba tumbada con la cara levantada atenta esperando
noticias. Le dije:
- No hay problema, te puedes quedar
aquí, mis padres me dejan. Pero se ha hecho muy tarde, acuéstate y ya veremos
mañana, ¿de
acuerdo?
Yo me fui a
mi habitación donde encontré a mi querido Nilo acostado en mi cama, al verle le
dije:
- Nilo, mi vida, ¿qué te dije sobre estar encima de mi cama? Anda,
baja de ahí.
Y al instante Nilo obedeciendo se
bajó de la cama y se colocó en su camita, al verle tan obediente, me acerqué a
él y estuve acariciándole un buen rato; después cuando él se durmió yo me cambié, apagué el ordenador,
abrí con cuidado la puerta cerrándola con cautela tras de mí y me fui a cenar.
En la cena
rompí el hielo diciendo:
- Nilo está agotado, el pobre.
- ¿Le has sacado de paseo? - me
preguntó mi madre.
- Sí, esta mañana temprano - respondí.
- ¿Le has dado de comer? - me volvió a
preguntar mi madre.
- Sí mami, esta tarde después de la
facultad-dije, después les pregunté: - Mami, papi, ¿qué tal el día en el trabajo?
- Estamos agotados, nos iremos a la cama
después de cenar, así que si vas a ver la televisión ponla baja porque nos
vamos a acostar.
- Descuidad, así lo haré. Dicho esto
terminaron de cenar y mis padres dejaron que yo recogiera la mesa y limpiara
todo y ellos se retiraron a dormir.
Yo después
de recogerlo todo me volví a mi habitación sigilosamente para no despertar a
Nilo y me metí en la cama pero sin dormirme, encendí mi reproductor de DVD y me
puse a ver el principio de una película con los cascos puestos para no
despertar a mi compañero canino y cuando mis ojos empezaban a cerrarse apagué
el reproductor y me dormí.
Al día
siguiente --era sábado-- me levanté temprano y fui a ver cómo estaba Laura. Con
sorpresa y alegría comprobé que volvía a ser un ser humano así que me lo pudo
contar con más detalle y por lo visto solo era durante un día pero le bastó
para darse cuenta de su error y no volvió a hacer algo semejante nunca más. De
hecho les pidió permiso a sus padres para poder tener un perro pequeñito en
casa y les juró a sus padres que ella misma se responsabilizaba de todo. Ante
esto sus padres no se opusieron y ahora Laura tiene un perrito pequeño a quien
da todo su amor sin reparos y nunca jamás volvió a cometer el fatal error que
la hizo convertirse en perra.
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