miércoles, 10 de enero de 2018

Vegetales (nuestros bosques)

Extraño en tu nombre formas, posturas y arquetipos de elegancia, quien no conociera tu nombre hoy, es por tu nobleza de piel esmerada, de tierra filtrada por una raíz despreocupada, que alza su voz y su mirada. Hacia lo natural, y es por tu flamante sonrisa inteligente y atrevida por la que no te comprenden los que guían por sus medias palabras este planeta. Si dijera ser y realmente se despreocupa de ti vegetal admirado por mí en tu recorrido, en tu retorcimiento, en tu festejo de vida, de escisión de lo irrelevante para convertirte en significado intenso de mí, de ti, que lo admiras y lo contemplas, que lo cortejas y te ausentas, en ese momento necesitado por ser más vegetal, más algoritmo de lo natural.



Esa sustancia que engloba mi respiración, es la tuya, la mía es la que retoña de tu delicadeza, ataviada, de exquisitas maneras de reproducir algo de la ciencia humana que se escapa de esa otra expresión que tú albergas, y que no dejas desazonar y descubrir a los seres humanos por ser tu conciencia del mundo, de los diversos mundos, de este aún planeta, sin descubrir realmente de manera respetada por los que un día resucitarán de una visión extraña de ti, tú eres dirección y estado virgen, que ha tomado posición para decir y contar a ése otro que se haya en el momento de ser querida.



Corrijo algo que te dijeron y diré de ti, esa otra cosa positiva, que encarnas diversión, entretenimiento, admiración, conocimiento y arte. Es así porque yo he recuperado de tu soñar algo importante, cada vez que dirijo mi letra, voy y te dibujo en mi pecho, naces como una flor consistente, que parte, allí donde no molesta, en el recorrido, en el sentido de ser tu misma.



Si configuro determinada cosa en esa bondad e elegirte como compañera vegetal es porque portas cargas elevadas. Crecen los vegetales de estos originarios y simples semillas aparentes, en su simpleza de forma y realmente bien desarrollados y erguidos, después de ser sustentados, con el alimento necesario; hoy rezumas en las crecientes y dulces bosques, que crean altivos y correspondidas mañanas secantes de envidiada y deseada amplitud estética.



Quiero compartir lo que anhelas, lo que tú eres como pilar y referencia en lluvia sumergida por una referida hoja de cielo que se posó en tu ligera corteza, adquiriendo valor y fuerza, para ser hoy lo que descubrimos como dato del buen vivir, pureza, amor y esencia.




 
                                                                                                Carlos Rojas Buendía

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