Una centaura en la era digital
De: Paloma Sánchez Muñoz
Érase una vez en la antigua Grecia, una familia de centauros que vivía plácidamente en el campo.
Un día, una niña centauro fue a dar un paseo por los alrededores, era primavera, las hermosas flores adornaban el camino y el radiante sol lo iluminaba. La niña centaura (que se llamaba Loriett) se sentía, alegre y feliz, disfrutando del paisaje que tenia ante sus ojos. Después de mucho caminar llegó hasta la entrada de una cueva y sintió curiosidad por saber los secretos que escondía así que decidió adentrarse en ella. Cuando estuvo dentro descubrió que era amplia, con un pequeño lago en el centro de la misma. Como tenía sed después de haber caminado toda la mañana, se inclinó para beber, pero justo cuando se llevaba el agua de sus manos a la boca oyó una voz que le decía:
- ¡ Espera! ¿No sabes que esta agua es mágica?
- No. Contesto ella.- pero ¿qué me sucedería si la bebo?
Esta agua tiene la virtud de hacer viajar en el tiempo, si bebes de ella te encontrarás inmersa en un mundo completamente diferente, y la única forma que tendrás de regresar es decir para tus adentros mirando al cielo “el pensamiento nos hace libres”. ¿Te ha quedado claro?
- Sí. Contesto ella. Gracias.
Y acto seguido la diosa que le había hecho la advertencia desapareció. En ese mismo momento Loriett sentía la curiosidad de saber cómo sería la vida en el futuro así que decidió beber. Al hacerlo se encontró inmersa en un viaje a lo largo del tiempo, y al cabo de un rato se hallaba adormecida en las afueras de una gran ciudad. No sabía muy bien lo que había sucedido, ni donde se encontraba, lo que sí sabía era que donde se encontraba no era su hogar, pero ya que estaba allí iría a explorar un poco. Así que se levantó y se puso en camino. A medida que se acercaba a la ciudad se le acercaba un olor a gasolina, ruido de coches, motos y demás sonidos que le eran insoportables, pero justo antes de que la descubrieran, la diosa Atenea le echo su aliento y se convirtió en invisible para los humanos de esa época. De esa forma pudo explorar sin dificultad. Llegó la noche y no tuvo donde pasarla así que se fue a las afueras de la ciudad, donde apareció cuando llegó la mañana anterior y se durmió. En el sueño se le volvió a aparecer la diosa Atenea y le dijo que debía volver porque sus padres estaban muy preocupados además de que ya le habían buscado un prometido para su futuro enlace.
A la mañana siguiente Loriett decidió volver a Grecia, y pronunció las palabras mágicas. Después de un tiempo se encontró en la misma cueva, se incorporó, y ella misma decidió no revelar jamás lo visto a sus padres y partió al galope hacia su encuentro.
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